Odiaría ser de esas personas que no viven por nada. Que no tienen nada por lo cual quedarse despiertos a la noche o pensar durante todo un día en el trabajo. Simplemente viven, respiran, existen, sin ninguna pasión. Y no es que no tengan ninguna misión, de seguro que la tiene. Y quizás yo estoy juzgando a gente la cual simplemente su misión no es sentir pasión, no lo sé.

Por eso digo que estoy muy feliz de ser yo. Porque siento. Siento el arte, siento la música, siento una foto, un olor, una comida, una frase, una poesía, una persona. Siento. Y sé que si tuve una semana muy agitada cuento con que el fin de semana voy a poder pintar, o tocar la guitarra. Por qué estoy loca, y más de lo que la gente sabe. La verdad es que mi cabeza es un mundo inmenso, un enredo de demasiados pensamientos diferentes y hasta contradictorios. A veces ni yo me entiendo. Esto puede resultar muy divertido, solo si se queda en mi interior. Porque de las tantas facetas que tengo no falta la que juega con lo sexual y lo que incomoda, y estaría mintiendo si te dijera que no me incomoda a mí, porque si lo hace, pero eso es lo que me gusta.

En este último año, última semana, últimos días, he desarrollado una extraña atracción a lo que me genera incomodidad. Y a pesar de que me rio de estas ocurrencias tan extrañas que tengo, a la hora de ponerlas en un papel y mostrarlas al mundo no es tan divertido. No porque me de vergüenza, aunque si un poco, sino porque en la sociedad actual una chica de esta edad dibujando estos temas un poco “tabús” no es aceptado.

No me siento reprimida. Nadie me dice que no puedo dibujar esto. Mis papas no me obligan a dejarlo. Pero no me siento cómoda mostrándolo a todos mis otros familiares y amigos.

Y así nació esto. Es gracioso porque lo hago más por mí misma, no se me estoy aburriendo un poco.

Y quien sabe quizás algún día sea famosa, y esto salga a la luz.

O ni bosta, nadie sepa nunca, y hasta yo me olvide.